quinta-feira, 14 de maio, 2020

Los datos nunca han sido tan humanos

Trabajamos todo el tiempo con datos. De simple a complejo, todos estamos más o menos impulsados por la información con la que tenemos contacto diario. Desde nuestro peso hasta el pronóstico del tiempo, lo que hacemos es tomar decisiones a partir de los datos. En las últimas semanas, sin embargo, hemos visto una avalancha de tipos de información de diferentes naturalezas. El mundo entero está tratando de planificarse a sí mismo desde la comprensión de los modelos estadísticos sobre los próximos movimientos de un virus que hasta noviembre pasado era desconocido. Es muy poco tiempo para tratar de establecer un patrón matemático de comportamiento entre todas las etapas de la enfermedad. Un punto importante a tener aquí es lo evidente que es evidente la criticidad de la calidad en los datos recopilados para una mayor precisión en la toma de decisiones. Calidad a veces difícil de lograr en momentos como este, pero a menudo pasado por alto en otros procesos en la búsqueda de ideas y aprendizaje. Las conversaciones sobre "aplanar la curva" con aislamiento social comienzan a aparecer de manera común y cotidiana. Controle el contagio mirando los gráficos. Todo el mundo parece entender cómo funciona, aunque desafortunadamente algunos se niegan a aceptar este hecho. Nunca hemos estado más expuestos al significado de "exponencial". Concepto de uso frecuente (incluso demasiado) por aquellos que pasaron cerca de iniciativas y jerga relacionadas con el universo empresarial de las startups de Silicon Valley. Sólo ahora se muestra, de una manera profundamente perturbadora, cuando el cálculo se utiliza para estimar el crecimiento de casos de contagio, hospitalizaciones y, en consecuencia, muertes. De la misma manera que parte de la población, doblemente expuesta a los efectos de esta crisis, desde el punto de vista de la salud y desde el punto de vista social, se convierte en un número, se convierte en una estadística, se convierte en una célula de Excel, como consecuencia de un pensamiento económico pequeño, limitado y frío. Esta población pierde su identidad. Sus miembros se clasifican como masa, tipo, situación jurídica, estatus en sus relaciones institucionales con el lugar donde viven. Lo que esta pandemia hizo fue abrir una multitud de nuevas tensiones y resaltar otra multitud de estas tensiones, muchas de ellas enterradas, ocultas o, peor aún, ignoradas. Parte de esta miopía sobre los datos también se manifiesta en las relaciones laborales más inmediatas. Grupos de empresas han comenzado automáticamente a ver su fortaleza productiva a través de lentes matemáticas-financieras. Número de desempleados, número de contratos a negociar, cantidades de compensación. Matemáticas que, a su vez, no consideran los beneficios netos históricos como una manera de equilibrar este equilibrio. A partir de los datos se sabe dónde están las personas, dónde han estado y cuántas están tranquilas en casa, en cuarentena. Pero siguen siendo números, porcentajes. Al menos, en ese caso, justificadamente para proteger la privacidad relativa. Datos económicos, datos sociales, datos empresariales, datos financieros, datos, datos, datos. Tenemos que reflexionar sobre lo peligrosa que es la normalización de esta asociación mórbida que hemos visto en todos los informes diarios sobre la crisis. No debemos olvidar que no se trata sólo de números de desempleados, sin ayuda, infectados y muertos. Son personas, que tienen familias, que han vivido historias. Nunca podemos olvidar eso. Los datos nunca han sido más humanos. Los datos me recuerdan (Stéphane) Mallarmé: "Un rollo de dados nunca abolirá el azar". -Luiz Telles
Meio&Mensagem - 12/05/2020 Noticia traduzida automaticamente
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